Llegáis conforme lo previsto a Niebla. En el andén os está esperando Fernando. A simple vista parece de confianza.
- ¿Queréis que vayamos primero al lugar donde
os alojaréis esta noche? -os comenta-.
- No -responde uno de vosotros-, queremos
empezar la investigación cuanto antes. Llévanos a La Casa Azul e infórmanos mientras vamos de camino.
- ¡Vale! -responde entusiasmado vuestro nuevo
amigo sacándose del bolsillo un móvil para mandar un mensaje-.
Os dirigís hacia las afueras del pueblo.
Fernando, mientras tanto, os cuenta que solicitó la ayuda del Club porque
algunas noches, unos ruidos muy extraños provenientes de la casa asustan a los
habitantes del pueblo. Para algunos vecinos, es una estrategia del hombre que
la habita para alejar a los curiosos, y para otros, el fantasma de un antiguo
habitante de la casa horrorizado por las obras que su actual inquilino está
haciendo en ella. Quizás estos últimos hayan visto demasiadas películas...
Vais caminando y os alejáis de Niebla.
- Allí está -señala Fernando-.
En efecto, en lo alto de una colina y rodeada
de una gran cantidad de viñedos secos, está La
Casa Azul. Sentís escalofríos. Ahora entendéis por qué a la gente del
pueblo le asusta acercarse a ella. Verdaderamente da miedo. Esto no va a ser
tan fácil como parecía en un principio...
- Conozco al sobrino del dueño -dice
Fernando-, es compañero mío del colegio, él nos va a ayudar a entrar en la
casa.
Os dirigís hacia la puerta principal. Allí se
encuentra Manuel, el sobrino del dueño. Parece que el mensaje de Fernando iba
dirigido a él. Manuel os saluda y se dispone a llamar.
- ¿Por aquí vamos a entrar? -pregunta uno de
vosotros extrañado-.
- ¡Ah!, ¿no os he dicho que Don Vicente, el
dueño de la casa, está de viaje? -responde Fernando-. Os miráis sin saber ni
qué decir ni qué hacer. Aquí hay algo que no va bien. Entrar por la puerta
principal, demasiado fácil. Abre la puerta el mayordomo.
- ¡¡Ahhh!! -exclaman algunos de vosotros al
ver la figura delgada, alta y de rostro blanquecino de Brown, el mayordomo de
la casa-.
- ¿Qué desean los señores?.
- Brown, vengo a enseñar la Biblioteca y la Sala de armas a mis amigos -dice Manuel-.
- Me alegro de verle de nuevo señorito, pero
lamento comunicarle que el Señor no está.
- No importa, yo sé todo lo que hay que
explicar sobre esas dos salas.
- De acuerdo, pasen.
Brown os hace entrar dudando si está haciendo
bien. Pasáis todavía sobresaltados por el susto que os ha dado ver la figura
del mayordomo. Estáis en el Salón de entrada.
Continuad hacia el